Érase una vez
una gran ciudad en la que todos sus habitantes comían muchísima comida basura:
pizzas para desayunar, perritos calientes en el almuerzo, hamburguesas para la
comida, chuches para merendar y en la cena más de lo mismo.
Se pusieron tan
gordos que no cabían por las puertas de sus casas, ni se podían subir a sus
coches, ni existía ropa de su talla y rompían las sillas cuando se sentaban.
Pero seguían comiendo. Comían y comían. Por la mañana, por la tarde, por la
noche y de madrugada.
Llegó un
momento en el que la piel de sus cuerpos no pudo estirarse más y explotaron. La
ciudad se llenó de hamburguesas con ketchup, mayonesa, mostaza y queso... de
pizzas de peperoni y salsa de barbacoa... de salchichas, gominolas, chicles y
caramelos. Todo quedó hecho un desastre.
Desde entonces
la ciudad se llamó Bin City.
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