Había una
vez una niña que se pasaba el día mirando hacia arriba para observar la forma de
las nubes.
Veía un elefante, un caballito de
mar, un árbol y hasta un dinosaurio.
Como pasaba tantas horas del día
mirando al cielo, se chocaba con la gente que paseaba e incluso con las
papeleras. Era tan despistada que llegó a saltarse un semáforo en rojo.
Tanto estiraba el cuello para
acercarse a las nubes que se le quedó tan largo como el de una jirafa.
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